Hoy abrimos la sección de entrevistas en este blog de Lalocadelaca. Y para ello, he elegido a Joseba Zabaleta Arbelaitz. Joseba dirige los encuentros para tricotar «Y punt de la biblioteca Ubik de Tabakalera, en Donostia. En esta entrevista hablaremos sobre hacer punto, sobre estos encuentros, sobre género y gestión grupal:

OL: Háblanos un poco de ti y de tu trayectoria profesional.

JZA: Nací en Oiartzun y aquí vivo. Realicé mis primeros estudios también en Oiartzun y cuando llegó el momento de ir a la Universidad, estudié Geografía e Historia en Donostia, en la EUTG. Al licenciarme, quise especializarme en arte y debido a que las opciones para hacerlo estaban fuera, pasé los siguientes 3 años en Santiago de Compostela haciendo las siguientes dos especializaciones: Arte Moderno y Contemporáneo / Museología y legislación de las bellas artes.

Al terminar mis estudios, regresé a Oiartzun. Entre otras cosas, me puse en contacto con el endomusicólogo Juan Mari Beltran, que en 1995 estaba presentando en mi pueblo el proyecto el «Espacio de Música Popular», y le ofrecí mi apoyo. Tras colaborar con él durante años, el museo abrió sus puertas en 2.002 y finalmente, en 2.005 entré en la plantilla del mismo y allí sigo, en el Museo denominado Soinuenea – El espacio de la música popular.  Esta es mi trayectoria.

OL: ¿Cómo empezaste a hacer punto?

JZA: No recuerdo con detalle cómo empecé, pero mis primeros recuerdos nacen en 5 de primaria, aprendimos a tejer con la profesora Ixiar en el aula. La cosa es que, en mi casa, especialmente mi madre, siempre se ha hecho punto. Hoy en día, tiene 84 años, está en la residencia de Sanmaskosene y sigue tejiendo cada día. Por decirlo de alguna manera, en mi casa hacer punto es un elemento de la cotidianidad, se vive con normalidad. Por lo tanto, aprendí sobre los 10-12 años y después, hacía algún proyecto que otro, pero sin continuidad.

Hace unos 13 años, aproximadamente, tuve la idea de hacerle una bufanda a mi pareja. Había olvidado por completo cómo empezar y cómo terminar, mi madre me la empezó, y así, tras tejer la bufanda, continué tejiendo: bufandas, gorros, un chal, petos para los niños y niñas, jerseys,… y así empecé, poco a poco. Así es como recuperé el punto, y como me siento tan bien cuando lo hago, he seguido haciéndolo. Estos son mis comienzos con el punto.

OL: ¿Cómo y en qué momento comenzaste a guiar los encuentros de punto?

JZA: Todo esto está totalmente ligado con el proyecto «Y punto». Tal y como te he contado al principio, hace unos 13 años que recuperé la afición al punto y las personas de mi entorno sabían que hacía punto. También es verdad que todo lo que hago lo regalo, a veces tejo para mí, pero generalmente, todo lo que hago lo regalo, y cuando lo hago, lo hago pensando en esa persona. En mi opinión esto es algo muy especial, para agradecer algo, porque quiero o porque quiero que esa persona tenga lo que estoy tejiendo… Nunca he vendido nada de lo que he hecho.

En la biblioteca Ubik de Tabakalera, en Donostia, tenían como objetivo organizar unos encuentros de punto, entre otros. Tras verlo en grupo, decidieron que querían un hombre para dirigir el grupo, con la intención de cambiar roles de género. Y así, comenzaron la búsqueda de un hombre que hiciera punto.

En Ubik trabaja la hermana de una amiga, y un día, en una comida familiar, surgió el tema y mi amiga le dijo: «pues Joseba teje muy bien…» Es así como se pusieron en contacto conmigo, me llamaron y me hicieron la propuesta, yo estaba asombrado, nunca pensé que haría algo así en mi vida y mucho menos, cobrando, y bueno, dije que sí.

Al principio fui muy nervioso, hace ya dos años y medio. Ahora, voy tranquilo y muy a gusto a los encuentros. En mi trabajo en el museo hago visitas guiadas, trabajo mucho con personas, y eso me ha ayudado mucho a la hora de guiar al grupo.  Me gusta mucho trabajar con grupos y este hecho fue también un impulso a la hora de decir que sí a la propuesta.

OL: Y, en concreto, ¿en qué consisten los encuentros de punto?

JZA: ¡Y Punto! es un encuentro para hacer punto, en la bibioteca Ubik de Tabakalera, un viernes al mes, de 18 a 20 horas. Ahí nos juntamos quienes queramos hacer punto, quienes disfrutamos haciendo punto, quienes queremos aprender a hacer punto, quienes buscamos asesoramiento o consejo para nuestros proyectos de punto….

Yo, en definitiva, recibí la petición de dirigir un grupo. En mi opinión, un encuentro debe ser un espacio para el intercambio entre personas distintas, y ahí, habrá personas de géneros, perfiles, edades, deseos diferentes. Intento, en la medida de los posible, atender a todas las personas que se acercan. Afortunadamente, hemos conseguido consolidar un grupo de Whatsapp que está muy activo. Y esto es el encuentro, ¿no? Un espacio para hacer punto.

Tal y como he dicho, se acercan personas muy diversas al encuentro, técnicamente también es así, ya que se encuentran niveles diferentes: personas que no saben nada de hacer punto, las que quieren aprender a aumentar o disminuir puntos, las que quieren cambiar de color en su labor, … Afortunadamente, no soy siempre yo quien enseña a uno u otra, sino que, en el grupo, hemos conseguido que nos vayamos aconsejando y enseñando unas a otros. Para mí, ahí está la esencia del encuentro. Solemos ser unas 10-15 personas de media, alguna vez hemos llegado hasta a 30, y no sé, para mí es una experiencia muy bonita.  Además, hemos conseguido ese trabajo grupal, ser un grupo constante, siendo el grupo de chat muy activo. ¡Estoy contento con el resultado!

OL: ¿Cómo has vivido, desde la perspectiva de género, tu experiencia con el punto?

JZA: Esta es la pregunta obligada, que por supuesto, me hacen con frecuencia. Yo soy un hombre, pero para mí hacer punto es y ha sido algo muy natural, desde siempre. Es un trabajo artesanal con el que he convivido siempre en el hogar, y la verdad es que no me suelo preguntar porqué hago punto.

Las personas que me ven hacer punto se suelen sorprender, pero para mí, insisto, es algo muy natural. En Tabakalera querían un hombre para dirigir al grupo. Este hecho me alegró, ya que de alguna forma se le da visibilidad al cambio de roles, al poner a un hombre tejiendo en público, en un lugar tradicionalmente feminizado. Opino que esta es una acción valiente y necesaria.

Es verdad que, en muchas ocasiones, he vivido el asombro de la gente. Esa es la reacción inicial, ¡asombro! Es curioso, por ejemplo, cuando, por fortuna o desgracia, he tenido que ir muchas veces a urgencias a acompañar a familiares. Sabemos que lo habitual es esperar horas y horas en estos lugares, y por ello, suelo llevar mi labor y hacer punto mientras espero. En esos momentos tejer me relaja mucho mientras provoca la sorpresa de quienes me rodean.

En las tiendas también, cuando he ido a comprar lanas, alguna vez no me han tratado bien, pero ha sido muy pocas veces. En la mayoría de las veces he tenido una muy buena acogida y me han recibido con los brazos abiertos. Muchas veces también he ido en busca de consejo o tratando de aclarar dudas, y como somos pocos, generalmente se suelen acordar de mí, y yo me siento muy afortunado por ser tan bien recibido en este «mundo de hombres». Yo por lo menos así lo siento.

No quisiera olvidar la acción que organizamos para el pasado 13 de marzo de cubrir una columna de la biblioteca con cuadrados de lana, aunque no pudimos realizar debido a la pandemia. Quisiera subrayar la implicación de las mujeres del grupo en esta actividad, la ilusión con la que han vivido, en todo momento, esta actividad organizada alrededor del Día de la Mujer. Para mí ha sido todo un honor participar en un grupo compuesto por mujeres, he sentido la fuerza del grupo y esa fuerza me ha sorprendido; y me he sentido un privilegiado porque he podido participar ahí. Con el tiempo he ido viendo que el grupo ya funciona por sí solo, y por ello ha sido muy enriquecedor estar ahí.

También es verdad que en estos dos años y medio se han acercado muy poco hombres a tejer, 4 en total. Si bien es un porcentaje del 3-4%, han venido por interés y se han sentido a gusto en el grupo, y ese es el objetivo.

OL: Cuántas aportaciones interesantes y enriquecedors.

¡Muchas gracias por todo, buena suerte y hasta pronto!